Respeto Tamara siempre es la clave de la asertividad

 

Siempre he pensado que el respeto es la base de cualquier relación sana, pero con el tiempo he descubierto que no solo se trata de “ser amable” o “evitar problemas”. Para mí, el respeto es una postura consciente: una manera de reconocer la dignidad del otro sin dejar de lado la mía. Y esa idea se ha vuelto fundamental en mi vida, especialmente ahora que estoy en constante interacción con pacientes, compañeros, docentes y personas que forman parte de mis relaciones personales.

En el ámbito clínico, el respeto es esencial desde el primer contacto. Cuando estoy frente a un paciente, siento que tengo la responsabilidad de validar lo que siente, aunque su dolor o su relato no siempre coincidan con lo que espero escuchar. He aprendido que un paciente respetado es un paciente que confía, que se abre y que permite construir una relación terapéutica más sólida. A veces basta con escucharlo sin interrumpir, explicarle con calma, o reconocer su miedo sin minimizarlo. Eso, para mí, también es asertividad: expresar con claridad, pero desde la empatía.

Con mis compañeros de clase, el respeto se convierte en un equilibrio entre colaboración y límites. En medicina solemos estar bajo presión, y es fácil perder la paciencia o caer en comparaciones. Yo intento recordar que cada uno tiene su proceso, su forma de aprender y sus propias batallas. Respetar eso me ha permitido crear vínculos sanos, donde puedo pedir ayuda sin sentirme menos, y ofrecer apoyo sin sentir que debo cargar con todo.

También he aprendido a respetar a mis profesores. Aunque no siempre comparta su manera de enseñar o sus opiniones, entiendo que detrás de cada clase hay experiencias y conocimientos que merecen ser escuchados. Mantener una postura asertiva me ayuda a expresar mis dudas sin miedo y a reconocer cuando necesito aclaraciones o acompañamiento académico.

En mi vida personal, especialmente en mi relación de pareja, el respeto se manifiesta en los límites. Creo profundamente que amar no significa perderse en el otro, sino aprender a comunicar lo que necesito, lo que me incomoda y lo que no estoy dispuesta a negociar. Poner límites no es falta de afecto, sino un acto de autocuidado. Cuando ambos respetamos esos límites, la relación se vuelve más segura, más honesta y menos desgastante.

Hoy entiendo que el respeto no es silencio, ni sumisión, ni evitar conflictos. Es elegir conscientemente cómo quiero ser tratada y cómo decido tratar a los demás. Es la herramienta que me ha permitido relacionarme con más calma, más empatía y más fuerza.

Y en ese camino, la asertividad se ha vuelto mi forma preferida de respetar: a los demás, y también a mí misma.


Bibliografia:

Alberti, R., & Emmons, M. (2017). Your perfect right: Assertiveness and equality in your life and relationships (10th ed.). New Harbinger.

Myers, D. G. (2014). Psychology (11th ed.). Worth Publishers.

Potter, P. A., Perry, A. G., Stockert, P. A., & Hall, A. M. (2016). Fundamentals of nursing (9th ed.). Elsevier.

Egan, G. (2018). The skilled helper: A problem-management and opportunity-development approach to helping (11th ed.). Cengage Learning.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

El mundo al revés por Tamara Cepeda … así es como no veo el mundo

Tamara y sus Tabus… una mirada interna hacia mis prejuicios